La hospitalidad y la acogida a las personas refugiadas en nuestras ciudades:
Patrocinio Comunitario, en País Vasco, y Casa Mambré, en Sevilla,
son dos buenos ejemplos de comunidades que acogen y acompañan
En estos tiempos de tanta desazón, con la reciente tragedia de las muertes en la valla de Melilla, el terrible hallazgo del camión con migrantes centroamericanos muertos en EEUU, o la persecución a los migrantes venezolanos en países como Chile (Esperanza sin Fronteras), creemos que debemos buscar motivos de esperanza, de hospitalidad, de solidaridad. Queremos que nuestra sociedad sea un espacio de acogida e inclusión para las personas migrantes que se ven forzadas a huir de su tierra y dar así respuesta a esta realidad creciente y dolorosa. Necesitamos crear comunidades de acogida, que acompañen y que generen cambios y procesos a favor de la solidaridad y la inclusión.
Por ello es necesario en estos momentos conocer también las historias que nos hacen más humanos, que nos hablan de solidaridad, empatía, inclusión, y que no están lejos. Aquí, en España, tenemos dos ejemplos: el Patrocinio Comunitario, que desarrollan en el País Vasco y donde Alboan está integrado en este programa, y la Casa Mambré en Sevilla, iniciativa de las comunidades CVX de aquella ciudad.
Patrocinio Comunitario desde Alboan
El programa Patrocinio Comunitario es una iniciativa de acogida y apoyo para personas con necesidad de protección internacional y persigue una implicación directa de la ciudadanía en las tareas de acogida e integración. Es una propuesta innovadora y diferente de atender y acoger personas refugiadas, en este caso concreto centrado en familias sirias. Mientras los programas de reasentamiento son básicamente de base gubernamental, el patrocinio comunitario tiene su fortaleza en la participación comunitaria y el compromiso social.
El patrocinio comunitario se inició en Canadá en los años ’70, como instrumento complementario al programa gubernamental de reasentamiento, que permitía garantizar el acceso a la protección internacional a un número mayor de personas. Hasta la fecha, más de 300.000 personas refugiadas se han integrado a través de este instrumento de reasentamiento, 62.000 de las cuales son personas sirias llegadas desde 2015. Más de dos millones de nacionales canadienses han estado involucrados de alguna manera en el recibimiento y acogida de personas refugiadas sirias en Canadá.
En el caso del País Vasco, su gobierno apuesta porque sea una iniciativa público-privada, lo que garantiza la implicación directa de las administraciones y en el que obras sociales de la Compañía de Jesús participan desde hace varios años. Alboan, Fundación Ellacuría, Loiolaetxea y Cáritas suman sus capacidades y recursos para atender a estas personas refugiadas.
El programa se caracteriza por tener un fuerte componente comunitario, basado en el trabajo de redes de apoyo. Es una herramienta de sensibilización sobre la realidad de asilo, el refugio y los derechos humanos, al tiempo que se convierte en un instrumento para construir espacios de encuentro interculturales.
Desde Alboan acompañan a familias reasentadas durante 2 años, en ese periodo se articulan redes de apoyo que favorecen el sentimiento de pertenencia y arraigo y por tanto facilitan la construcción de una vida plena y digna de las personas refugiadas. El desarrollo de redes de apoyo y confianza son catalizadores para la reconstrucción y sanación de las personas refugiadas.
Las familias sirias que están acompañando, todas, tienen hijos e hijas en edad escolar, por tanto parte del programa se centra en su incorporación e integración en la escuela. Un lugar clave para su integración, un lugar de encuentro e intercambio seguro por lo que el trabajo con el centro educativo es central. Previo a la llegada de las familias sirias se trabaja la sensibilización con equipos directivos, profesorado y la comunidad educativa en general. Es necesario preparar el espacio escolar para la acogida de estos niños/as, y desde el principio del proceso la escuela sirve como base central para el reasentamiento de estas familias.
La experiencia de Alboan nos dice que las escuelas juegan un papel clave para este proceso de adaptación. A partir de la escolarización de las y los menores, la familia adquiere herramientas y estructuras sólidas que les facilitan el acceso a la comunidad y su vinculación con ella.
Casa Mambré en Sevilla
La Comunidad de Vida Cristiana (CVX) en Sevilla inició en abril de 2016 el proyecto de Comunidad de Hospitalidad (CoHo) Casa Mambré para proveer a las personas migrantes y refugiadas, que ya habían concluido su estancia en recursos de “primera acogida” (apoyadas en sus necesidades más urgentes) de un verdadero ambiente de carácter familiar en el que vivir tranquilos el tiempo de una “segunda acogida” hacia su plena integración social, una vez que los recursos públicos se agotan.
El proyecto CoHo Casa Mambré tiene como objetivo la acogida y acompañamiento a personas migrantes y refugiadas en un espacio con las dimensiones y características de una comunidad familiar: ocho personas acogidas más dos miembros de CVX en Sevilla que viven en la casa, que junto a otras personas que no forman parte de la organización, constituyen el círculo de voluntarios de apoyo para la CoHo Casa Mambré, aunque también existe un equipo de ocho personas que se responsabiliza directamente de su gestión. El proyecto está apoyado por la Compañía de Jesús, propietaria del inmueble, que era su antigua curia provincial y que lo cede de forma gratuita. También colabora Cáritas Diocesana de Sevilla que deriva a las personas que allí son acogidas, además de apoyar con sus técnicos en los ámbitos social, jurídico y laboral. Y la Asociación Claver, que forma parte del Servicio Jesuita a Migrantes y que aporta apoyo técnico y formativo.
El nombre de la CoHo Casa Mambré se refiere al pasaje bíblico de Génesis 18 en el que el Señor se aparece a Abrahán junto al encinar de Mambré, cuando éste ve a tres hombres a los que ofrece su hospitalidad. De ese mismo modo, desde CVX en Sevilla se quiere ofrecer hospitalidad y lo mejor de sus propias personas al migrante y refugiado que llega a su ciudad, dar testimonio de que en este mundo no sobra nadie y romper con esa “cultura del descarte” que tantas veces denuncia el Papa Francisco.
Se trata de una atención basada en unas relaciones más horizontales, en las que la persona no recibe un servicio, sino que se le ofrece un lugar para continuar su proyecto migratorio desde la clave de la hospitalidad. Este momento es al que se pretende responder con el proyecto de CoHo Casa Mambré: un lugar de vida cotidiana más normalizada que acompañe a las personas mientras se produce su inserción social, laboral, jurídica…
Desde que se inició el proyecto de CoHo Casa Mambré han pasado por este recurso treinta jóvenes subsaharianos, magrebíes y latinoamericanos; una joven maliense que residió de forma temporal en la casa y una madre y una niña de Gambia que residieron en ella mientras se intentaba un tratamiento en el Hospital Infantil, que desgraciadamente llegó demasiado tarde. “Una gran parte de los treinta jóvenes que han pasado por la casa han alcanzado ya su plena integración en nuestra ciudad y disponen de sus propios medios —titulaciones académicas, permisos de residencia, puestos de trabajo— para llevar una vida absolutamente autónoma” dice, una de las componentes del grupo de voluntarios. En la actualidad conviven ocho jóvenes migrantes y refugiados con dos personas miembros de CVX en Sevilla que residen de forma continua en la casa. Por el equipo que gestiona de forma directa la casa han pasado diecisiete personas de CVX.
En definitiva, Casa Mambré es un espacio para la hospitalidad y el encuentro, para la apertura y la inclusión, para la esperanza y el testimonio de que es posible vivir juntos en un mundo sin fronteras.