Hoy, 8 marzo, les hemos pedido a dos de nuestras colaboradoras, expertas y referentes en género, que nos alentaran a la lectura de algunos libros para seguir formándonos en este ámbito.
Son Celia Garrido, experta en violencia de género y profesora del Máster Malos tratos y violencia de género de la UNED (os sonará porque ha tutorizado nuestro curso “Un encuentro en Igualdad”) y María Luisa Berzosa FI, consultora del Sínodo de los obispos y todo un referente en temas de igualdad dentro de la Iglesia Católica.
Sus propuestas nos brindan la oportunidad de conocer a tres autoras brillantes:
Tal vez el amor sea como la lluvia. A veces amable, a veces torrencial; fluye, erosiona la tierra y permanece constante y silencioso, alimenta el campo y colecciona primaveras ocultas. En cierto modo, tal como dijo Moisés tras descender del monte Sinaí, existen dos caminos: uno nos conduce a la vida y el otro a la muerte.
Por tanto, escoger el de la vida es lo mismo que escoger el amor. Pero ¿cuál es el camino?
Y así comienza Carol Gilligam a buscar ese camino. Y lo hace de la mano de distintos libros que hablan del amor, del dolor, de la pérdida, de la dificultad de amar con conciencia, con libertad, desde el placer y no desde el sufrimiento. Profundiza, busca con ahínco las raíces de ese desencuentro incomprensible y para ello bucea en la cultura patriarcal, en sus anclajes, en sus mentiras, en sus enredos y trampas. Y nos abre a una perspectiva nueva, estimulante y alentadora.
Nos da la oportunidad de buscar caminos alternativos empezando por nosotros, nosotras mismas; porque al socializarnos como hombres y como mujeres, al feminizarnos y masculinizarnos desde la cultura patriarcal, nos escindimos, nos enajenamos, traicionamos nuestra propia esencia, la pervertimos. Y acabamos olvidando lo que es de verdad el AMOR para sustituirlo por una idea asociada al dolor, a la pérdida, al miedo. Gilligam nos reconcilia con nuestra esencia que no es otra que ese AMOR que nos permite reconocernos y confiar en nuestra propia naturaleza y capacidad. Y desde esta confianza poder establecer relaciones personales sólidas, sanas, confiadas.
Mientras escribía la reseña anterior, pensaba que este volumen podría ser el complemento perfecto. Para mí es un libro imprescindible que me ha ayudado a entender como la cultura patriarcal impacta en nuestros cuerpos y nuestras mentes, como la somatizamos y acaba formando parte de nuestra identidad, aún a costa de nuestra salud.
Incorporar la identidad de género provoca una rabia difusa que somos incapaces de identificar pero que nos daña, como tan bien nos ilustraba Gilligam. Altable nos ayuda a identificarla y a transformarla desde la toma de conciencia del cuerpo y de cómo está condicionado por la cultura y los estereotipos de género.
Propone un modelo de escucha y comunicación que pasa, para empezar, por conectarnos con nuestra esencia, con lo que somos y con los condicionantes culturales que nos bloquean. Y es un modelo de escucha que, al ser incorporado el proceso (co)educativo, nos permite crear vínculos potentes y sólidos que transformen las relaciones para prevenir la violencia.
Ambos libros son magníficos, aunque creo que alcanzan una dimensión extraordinaria cuando se conectan. Espero que disfrutéis de su lectura y que os impacten tanto como a mí.
Voy a presentar a una autora, mujer, y dos de sus libros. Pero más que hablar de los libros, lo mejor es recomendar vivamente su lectura, cada uno con su contenido particular. Los dos nos revelan a una mujer teóloga, profunda, con gran amor a la iglesia, que aporta una honda crítica constructiva y que con su modo de escribir, vivencial, con una fina ironía y sutil sentido del humor -elementos esenciales me permito expresar- para permanecer en esta querida iglesia, es una ayuda grande que abre a la esperanza, con compromiso real, dando la mejor versión de nosotras mismas.
Tuvo la meditación inicial en el proceso sinodal y a partir de ahí no cesa de dar conferencias, encuentros y todo lo que se la pueda pedir. Y aún tiene tiempo para escribir.
Ella es Cristina Inogés Sanz, teóloga laica, natural de Zaragoza. Estudió en la Facultad de Teología Protestante de Madrid, SEUT, porque no obtuvo autorización pertinente para hacerlo en el seminario de su diócesis. A distancia del tiempo ella expresa que a través de esa experiencia, que fue maravillosa, el Espíritu desplegó su fuerza esencial.
Ahí podemos decir, tiene su origen remoto, el primero de los libros que presento: “No quiero ser sacerdote. Mujeres alborde de la Iglesia”. Porque como expresa Cristina “estar al borde, donde aparentemente nadie nos hace mucho caso, nos permite estar donde el Espíritu se mueve con soltura”.
Y Cristina se deja llevar por ese Viento que sopla fuerte hoy y que necesita ser recogido sin miedo, desde el silencio, desde la calma, sin prisas, para que nos posibilite los cambios necesarios.
No es un libro escrito desde el dolor ni desde la decepción, sino desde una realidad abierta a la esperanza, a dar pasos hacia una presencia de la mujer en la iglesia, con relaciones igualitarias, que no puede demorarse más tiempo.
Otro libro de la misma autora es “Beguinas, memoria herida”. Libro fascinante que atrapa desde la primera página; tuve el privilegio de hacer su Prólogo, junto a una hermana de mi comunidad de Roma, y esa fue mi experiencia. Tema totalmente desconocido que se me presentó como un vaso de agua fresca que me revitalizó la memoria del corazón.
Las beguinas fueron místicas en la Edad Media, y desarrollaron un pensamiento teológico inaudito. No eran bien vistas, encontramos personas muy preparadas a nivel intelectual que al mismo tiempo atendían a las personas más necesitadas sin pedir nada a cambio.
Cristina nos habla también de otras Beguinas más actuales y cercanas a nuestro tiempo. Esta memoria histórica nos sirve de estímulo y ánimo para el tiempo que nos toca vivir.
Portada de la ilustradora Holly Stapleton para Newyorker