El Servicio Jesuita a Refugiados nació del amor compasivo de Pedro Arrupe, General de la Compañía de Jesús entre los años 1965 y 1983.
En diciembre de 1979, el drama de los “Boat People” (Gente de los Botes) vietnamitas que huían, arriesgando y a veces perdiendo sus vidas, golpeó de lleno su corazón. En esas barcazas llenas de dignidades rotas y de deshumanización Arrupe vio un desafío que la Compañía no podía ignorar, sobre todo a la hora de discernir y fijar sus opciones apostólicas.
Si los Jesuitas querían ser fieles a los criterios fijados por San Ignacio para discernir sus trabajos, si querían ser coherentes con su misión a favor de la Fe que genera Justicia, los Jesuitas y sus obras tendrían que hacer frente a este desafío con “gozosa disponibilidad”.
Su reacción no se hizo esperar. Apenas unos meses más tarde, el 14 de noviembre de 1980, justo el día en que él cumplía 73 años, el P. Pedro Arrupe, escribía a todos los jesuitas:
Convencido de que Dios estaba llamando a la Compañía “a través de esas poblaciones desvalidas” decide, después de discutirlo y consultarlo con sus consejeros, crear el Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) cuyo 40 aniversario se celebrará precisamente este 14 de noviembre.
La misión que le confía es sumamente sencilla pero profunda:
La calidad de los proyectos del Servicio Jesuita a Refugiados no se va a ver reflejada por el número de toneladas que se dan ni por los millones de un presupuesto. La misión del SJR se va a concretar en tres palabras emblemáticas:
- ACOMPAÑAR, es decir dar tiempo para “estar con”, escuchar, compartir momentos de la vida, las lágrimas, los malos recuerdos y los sueños de un futuro digno.
- SERVIR, mirar con ellos la cruda realidad, descubrir con sus ojos las necesidades, decidir con ellos las prioridades a asumir y, finalmente, “hacer con” ellos lo que más convenga.
- DEFENDER, tomar en serio su dignidad, defenderla de todo lo que la pueda dañar, poner en evidencia y denunciar las estructuras que les impiden vivir como hijos e hijas de Dios.
Por eso los proyectos del SJR, han sido reconocidos, siempre y sobre todo, por la calidad de la relación que sus voluntarios han establecido con las Personas Refugiadas. Por la manera de llevar a cabo los servicios ofrecidos, por la valentía en velar por su dignidad. Más por los “por qué” y los “cómo” que por los “cuánto”.
Seducida por esta misión, Entreculturas asumió desde sus inicios el reto de Pedro Arrupe y hoy está presente en 39 proyectos llevados a cabo en Asia (5), América Latina-Caribe (11) y África (23), acompañando a cientos de miles de personas refugiadas, a las que se ofrece además de los primeros auxilios y fortalecimiento psico-social, una educación de calidad, que permite soñar en un futuro abierto a miles y miles de niños y niñas.
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