El segundo fin de semana de mayo se celebra, desde 2001, el Día Mundial de Comercio Justo, una iniciativa de la Organización Mundial del Comercio Justo (WFTO) que en nuestro país impulsan las organizaciones que forman parte de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo en más de 50 ciudades. Y esta celebración es un buen momento para pararse a pensar sobre nuestros hábitos de consumo, el de nuestros entornos profesionales, organizaciones en las que nos implicamos, centros educativos o el de nuestros ayuntamientos.
Cuando somos conscientes que vivimos en un mundo tan desigual, un sistema que sigue generando una alta concentración de la riqueza y a la vez que más de 900 millones de personas sobreviven en estado de extrema pobreza, es decir con menos de un euro al día, no podemos evitar el preguntarnos qué podemos hacer para que este mundo cambie, cómo podemos contribuir a la lucha contra la pobreza y las desigualdades desde nuestra cotidianeidad.
Es imprescindible nuestra implicación social y política como ciudadanía crítica y activa que buscamos una transformación de nuestra sociedad, pero también una de las opciones que podemos elegir es consumir productos de comercio justo. Esta decisión asegura que nuestro acto de consumo genere oportunidades de desarrollo en comunidades empobrecidas en los países del sur, en un marco de relaciones comerciales justas y transparentes, defendiendo la igualdad entre mujeres y hombres, contribuyendo a la erradicación del trabajo infantil, conservando el medio natural y favoreciendo el acceso a la salud y educación de más de dos millones de personas que viven en entornos empobrecidos.
Poder elegir comercio justo es cada vez más fácil. En los últimos años ha aumentado la variedad de productos en alimentación (café, azúcar, cacao, té…), textil, decoración, cosmética natural, artesanías, juguetes… Las organizaciones que trabajan el consumo responsable de comercio justo en nuestras comunidades siguen ofreciendo puntos de venta y la posibilidad de comprar a través de internet facilitando a cualquier persona el acceso cómodo y facil a estos productos de calidad, cargados de solidaridad, defensa de los derechos humanos y respeto al planeta.
Es posible que optar por el comercio justo suponga algún pequeño esfuerzo que altere nuestras costumbres de consumo, y que nos haga replantearnos nuestros criterios de compra, pero si lo pensamos bien, el poder contribuir desde nuestra cesta de compra a construir un mundo más justo y solidario, puede valer la pena. No solo por la generación de oportunidades de desarrollo económico, social, cultural y político de las comunidades productoras, sino por la coherencia que asumimos en los actos de consumo en nuestra vida cotidiana, desde la consciencia de un consumo responsable.
Carles Xavier López Benedí, Equipo de coordinación de La-tenda de tot el Món; Junta directiva de la Coordinadora Valenciana de ONGD
Puedes profundizar sobre el comercio justo, productos, organizaciones, puntos de venta, actividades y materiales educativos visitando la web de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo www.comerciojusto.org