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CUANDO OLVIDAMOS LA IGUALDAD

Tiempo de lectura: 3 minutos

Hace tiempo que superamos aquello de sensibilizar a unos sobre las calamidades que sufren otros: sabemos que no hay suerte ni infortunio, sino privilegios e injusticia. Sin embargo, todavía, algunas veces y con nuestra mejor intención, volvemos a los viejos esquemas y nos escuchamos decir cosas como “si supieran cómo viven en otros países, valorarían mucho más lo que tienen” o “¿cómo no vamos a hacer lo posible por ayudar a esa pobre gente?”. Cuando olvidamos la igualdad, la suerte sustituye a los privilegios y la calamidad a la injusticia

El enfoque de ciudadanía global es, en esencia, decolonial.  Descolonizar significa trastocar los esquemas de poder y erradicar cualquier atisbo de superioridad o inferioridad. Sí, también la superioridad oculta tras una solidaridad condesciende que mira con lástima mientras se recrea en la satisfacción de estar haciendo lo correcto: “pobres, no saben, no pueden, necesitan, nos necesitan, podemos ayudar”. Y su correlato, la inferioridad auto-devaluadora abandonada al poder de otros: “siempre lo hizo, es más fuerte, más sabio, tiene más medios,  no podemos, yo no puedo, yo no valgo”. 

El enfoque de ciudadanía está, por definición, basado en los derechos humanos. En Entreculturas y Alboan entendemos que los derechos recogidos en la Declaración de 1948 no deberían estar asociados al pasaporte, sino a la dignidad humana proclamada por el artículo 1: “todas las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotadas como están de razón y conciencia, tienen el deber de comportarse fraternalmente las unas con las otras”. Ciudadanía global implica cambiar la solidaridad vertical por una lucha compartida entre iguales.

Pero la desigualdad determina relaciones de poder. Si lo ignoramos, el poder, como el agua, fluye por los cauces horadados durante siglos, deja a los privilegiados con sus privilegios y al resto en la orilla, al margen de la defensa de sus propios derechos. Por eso tiene sentido  aproximarnos a la pobreza, a la opresión, a ese Sur Global –que está a miles de kilómetros o a la vuelta de la esquina, que es mi vecino, mi vecina, que soy yo misma–, desde el enfoque y la praxis de la ciudadanía global. Es cuestión de derechos y, además, se necesita la fuerza de todas las personas, especialmente de aquellas a quiénes más perjudica la desigualdad y la injusticia, para transformar el mundo

Por eso, desde 2015 Entreculturas  prioriza el trabajo de ciudadanía global en contextos de desigualdad y vulnerabilidad social y apuesta por crear espacios inclusivos, diversos y horizontales desde los que luchar juntas. Programas como Decide Convive son un ejemplo concreto, pero el enfoque de ciudadanía global debe impregnar todo nuestro trabajo, ya sea de cooperación, de comunicación y campañas, de formación y voluntariado, de desarrollo territorial o de ciudadanía.

 

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