En este post analizaremos la tercera y cuarta dinámica que nos están llevando a este proceso de convergencia. Las dos primeras están en un post anterior
La tercera dinámica que impulsa el proceso de convergencia es la expansión de la identidad moderna. Nuestros abuelos y bisabuelos sabían lo que significaba ser hombre o mujer, maestro o maestra, esposo y esposa… Sus proyectos de vida eran claros y los referentes estaban identificados. Únicamente era necesario permanecer a la escucha de lo que la tradición les sugería para ser lo que debían ser, heredaban lo que debían ser.
Ya no somos así. De ese mundo heredado hemos pasado a otro en el que miramos al futuro independiente, nosotros elaboramos nuestro proyecto de vida y decidimos. Escuchamos los que nos viene del pasado sí, pero dialogamos con otras muchas propuestas de buena vida que nos vienen de otros lugares, de otras tradiciones. Esta expansión de la identidad moderna en la que estamos totalmente inmersos se ha propagado por todo el planeta.
El conjunto de las culturas del mundo se sienten profundamente amenazadas por la globalización. Hay tres fuentes de diversidad:
- Endógena e histórica. Nuestro país es un claro ejemplo donde perviven identidades históricas culturales diversas. No tenemos una sola cultura histórica común.
- La migración, que es una fuente exógena de creación de diversidad
- Cada uno de nosotros somos diversos.
Dos son las principales consecuencias de esta identidad moderna globalizada:
- La revolución llevada a cabo por las mujeres está introduciendo, desde los Siglos XIX y X grandes cambios en el mundo. En nuestro país, Clara Campoamor es un referente. Esta revolución está permeando todo.
- Por otro lado, las culturas tradicionales se ven amenazadas y al mismo tiempo se defienden. Surgen los integrismos, más bien culturales y los fundamentalismos políticos, que a veces utilizan la violencia para llegar al poder. Son identidades de resistencia que se oponen a la invasión de una única identidad moderna.
¿En qué podemos contribuir?
Tenemos una gran aventura: decidir nuestro proyecto de vida. Estamos confrontados con nuestra propia autenticidad, llamados a ser nosotros mismos. Es un precioso reto educativo. Las personas ya no escuchan las voces de “la autoridad”, van a escuchar varias y en su interior a buscar y decidir su propia identidad. Podemos ayudar en esa búsqueda.
Debemos reconocer que la identidad es cada vez más mestiza, llena de cruces de caminos que se encuentran. El relato de lo que yo soy puede atravesar los encuentros con muchas personas que pertenecen a distintas culturas. Por eso es tan importante que trabajemos una ciudadanía global y una identidad arraigada, nuestras raíces nos dan sentido y nos ayudan a gustar las cosas de otra manera.
La lucha descarnada por el poder en la que está inmerso el mundo es la cuarta y última dinámica. Los poderes hegemónicos tradicionales han perdido poder. Los nº 1 de cada partida son efímeros, en seguido llega otro que le supera. El poder está amenazado por la movilidad humana, por la mentalidad y la formación de la gente. Cada vez es más difícil retener el poder y conservarlo.
En consecuencia:
- Vivimos en un mundo con mucha violencia, porque el poder se puede adquirir por muchos medios, pero el más contundente y más simple, es la violencia lo que produce grandes migraciones forzosas: 65 millones de personas, el mayor número de personas desde la II Guerra Mundial.
- Tetemos un gran reto democrático: Cómo gestionar el poder en el ámbito pre-político y en el ámbito político donde discutimos sobre diversidad de intereses para llegar a una solución común.
Entreculturas acompaña a organizaciones de países en donde esto es nos enfrenta a enormes desafíos. El reto es la reconciliación.
¿Cómo podemos ayudarnos a reconocernos? ¿A reconocer al otro que aparentemente es un opositor? ¿Al otro que me ha hecho daño? ¿Cómo apostar por la reconciliación? Mandela es un ejemplo que tras más de 20 años en la cárcel sale de ella reconciliado y salva del abismo a todo un país roto.
Una última reflexión sobre la necesidad de construir la sociedad civil que es desde donde nosotros trabajamos. Necesitamos una sociedad civil fuerte, sólida, para generar propuestas de cambio, nuevas formas de estar en el mundo y a nosotros nos toca, desde lo pequeño, ir preparando este mundo para la convergencia.
Patxi Alvárez de los Mozos es jesuita, anterior Secretario Internacional para la Justicia Social y la Ecología y actual colaborador de Alboan y Deusto
Este post ha sido extraído de la ponencia que Patxi Alvárez ofreció en el XVII Encuentro Anual de Entreculturas “Nuestra Cooperación en un Mundo en Cambio” en septiembre de 2017