Tras volver de México donde estuve realizando Experiencia Sur, la delegación de Asturias de Entreculturas me preguntó si podía profundizar algo más sobre ese tren cargado de personas al que me refería continuamente en las redes sociales. En respuesta a esa pregunta, surge este post que escribí intentando ser lo más pedagógico posible. Así voy punto por punto desgranando lo que vi y viví.
1.Desde hace décadas se produce un fenómeno migratorio de Centroamérica y México hacia Estados Unidos. Las diferencias en las condiciones de vida y en las expectativas hacen que el sueño de pasar la frontera suponga una atracción para toda la región. En las últimas décadas este viaje es fundamentalmente un camino de huida de la pobreza y la violencia.
En muchos casos se emprende el camino al Norte pensando en los y las hijas, en poder ofrecerles un futuro con mayor dignidad y escapar de la pobreza.Me explicaba Wilmar, un migrante guatemalteco, que vivir en su país era como estar en una jaula. “Solo se piensa en salir”, me decía. Las estimaciones señalan que más de 400.000 personas al año cruzan México con la intención de llegar a Estados Unidos.
2.En esa ruta una de las opciones para cruzar México, con una extensión de Sur a Norte de más de 5.000 kms, es subirse a La Bestia, un tren que cruza el país. Quienes no tienen nada y no tienen más opción, a quienes se conoce como “mojados”, arriesgan su vida subiéndose al techo del tren o yendo encaramados entre los vagones.
“Tenés que correr en paralelo al tren y agarrarte duro con la mano derecha, y subirte. Meter rápido las piernas porque sino el tren te jala y te lleva. Ví como a una chava le tiraba y le daba vueltas”. Nelson se ha subido ya muchas veces en varios intentos por cruzar y alecciona a algunos jóvenes.
El tren ahora ha dejado de ser opción para muchos por su peligrosidad, y se intentan rutas más largas por el Pacífico. Y se cumple de nuevo el principio de las fronteras de cuanto más controles, más penoso y peligroso el camino, más caro y por eso más atractivo al incrementarse el beneficio de las mafias y para quienes se lucran con el dolor ajeno.
3.Al riesgo de salir expulsado por la propia velocidad del tren, dado que ha aumentado su velocidad para disuadir a los migrantes, hay más posibilidad de quedar mutilado al intentar subirse. Los migrantes se convierten en presa fácil del crimen organizado (tanto los Zetas como el cártel del Golfo) y de asaltantes comunes. “Pasado Tenosique te asaltan pero a machete. A las mujeres las raptan y las violan” me cuenta Luis Enrique, hondureño que evitó a los asaltantes en la frontera de milagro y que da gracias de poder descansar un par de días en el albergue.
4.También se exponen los migrantes a la detección por las autoridades de Migración (la “migra”) la policía o el ejército, incluso seguridad privada del propio ferrocarril, y en muchas ocasiones a la extorsión. A pesar que no es delito el paso por México, se produce también una persecución, las personas que migran son vistas más como transgresoras de la ley que como víctimas, personas forzadas a migrar.
“Nos persiguió la policía y cuando ya no podíamos andar más por las heridas en los pies nos cogieron. Dadnos el dinero si no queréis que os llevemos a la migra y a la perrera (los furgones)”. Me cuenta Ramón que llega sin mochila y con las zapatillas rotas.
Como en España existen unas estaciones migratorias donde quedan retenidos los migrantes que son detenidos y quedan a la espera. Prefieren en muchos casos que les expulsen lo antes posible para realizar un nuevo intento. Estos centros temporales son en muchos casos lugares de violación de derechos.
5.Junto a esta ruta de violación derechos, sembrada por el crimen y el negocio del ser humano necesitado, existe una solidaridad emergente de personas que acogen a migrantes y les hospedan. En Chiapas las comunidades jesuitas vienen atestiguando esta hospitalidad desde los años ochenta cuando la población indígena guatemalteca huía del genocidio de su país.
El jesuita asturiano José Luis González destaca que las comunidades de Chiapas acogieron en los años ochenta a guatemaltecos que huían. Hay una hospitalidad popular indígena y popular, tiene que ver con el tronco común maya y también con la historia de la Iglesia, desde Bartolomé de las Casas a Samuel Ruiz.
Figuras como las Patronas, en Veracruz, se acercan al tren a dar alimento, agua y cuidado, o en Querétaro la Estación Migratoria González y Martínez, una asociación cívica impulsada por el propio Martín Martínez desde su propia experiencia migrante.
“Nos dieron frijoles y agua. Como no tenían dinero y era de noche nos dejaron dormir afuera. A la mañana siguiente les ayudamos a cortar leña y nos dieron de comer y unas zapatillas de un hijo que andaba ya en Estados Unidos”. Luis y José, compartían esta experiencia en el dormitorio del SJR en Comalapa.
6.Además hay una red de albergues, la mayoría impulsado por organizaciones y comunidades eclesiales, que acogen y dan cobijo a migrantes en su camino.
Durante el mes de julio he estado realizando Experiencia Sur en uno de estos albergues, J’Tatic Samuel Ruiz. Promovido por las religiosas Vicentinas es un proyecto de la diócesis con voluntariado de las comunidades. Además, he podido colaborar en Frontera Comalapa, en un albergue y dormitorio para migrantes del SJR México, y conocer el trabajo con población migrante y refugiada en Tapachula.
7.El Servicio Jesuita a Migrantes en México, ha promovido la coordinación de 24 albergues por todo el país en la llamada REDODEM, promoviendo también además de aspectos asistenciales la cobertura legal, el intercambio de información y la incidencia. Es importantísimo poder tener esta red de protección de derechos de los migrantes.
Una de estas líneas es el trabajo de atención a las familias de desaparecidos en la búsqueda de éstos. Se estima en casi 30.000 las personas desaparecidas entre 2011 y 2016. Destacan la aparición de fosas comunes y los casos de los 72 migrantes encontrados asesinados en San Fernando en Tamaulipas, que cumple 9 años, o los 49 migrantes descuartizados en Caldereyta en Nuevo León.
8.En los últimos años es cada vez más patente que la violencia está expulsando a muchas personas de sus países. Estas personas huyen de las maras (las pandillas que asolan muchos barrios y que exigen el pago de “impuestos” o colaborar en sus crímenes).
También la violencia política, en un contexto de acoso a defensores de derechos humanos u opositores, y la violencia machista, son factores expulsiones y causas de refugio. Esta situación ha provocado también que ahora huyan y migren familias enteras, con bebés y con personas mayores, que se ven vulnerables a los peligros de la ruta.
Como sucede en Europa estas personas si no pasan puede que intenten quedarse en México pero saben que no pueden volver a sus países porque su vida está en juego. Así que lo arriesgan todo en el camino.
9.Las mujeres, en su mayoría jóvenes, están expuestas en el camino a violaciones y agresiones constantes, de asaltantes, mafias de trata y en ocasiones de la propia población migrante. La mayoría sabe que sufrirá agresiones y toman unas pastillas anticonceptivas. Algunas procuraran disfrazarse, otras se echan un novio durante el camino que al menos pueda protegerlas del resto.
Según Amnistía Internacional el 7 de cada 10 sufre acoso sexual durante el camino. Vanessa y Martina, dos hermanas salvadoreñas fuertes y sabias, lo saben, son muy conscientes de lo que dejan y lo que puede depararles el camino. Arriesgan su vida porque no les queda otra.
Viviendo y compartiendo esta realidad, escuchando cada día relatos de vida siempre distintos y a la vez relacionados de manera que componen un mosaico de huida y vulneración, conociendo la labor de incidencia del SJR y sus análisis regionales y nacionales,…en muchos momentos me he sentido superado y muy limitado ante la complejidad y magnitud de este éxodo sufriente.
Por las noches sentía una carga tremenda, sin salidas y cada vez más obstáculos. Y sin embargo la sensación que tenía cada mañana era de esperanza. He sentido que no caminaban en soledad y así me lo confirmaban, me han dado ánimos y esperanza.
Quizás sea resilencia, pero he reído, bromeado, rezado, compartido una soda con esta gente sencilla que tiene en su mirada la luz que abre el camino en la noche como dice el poema de Casaldáliga.
David Alonso Montes es director de Personas y Organización en Entreculturas @Davidalonso2010
Fotografías: David Alonso Montes
1 Comentarios
gracias david: excelente relato de la realidad, sencillo, crudo, incontestable… .como la vida misma. justicia para quienes quieren sencillamente “vivir” la vida que les fue dada.