En el curso Acércate al Sur que se impartió en la Delegación de Sevilla de Entreculturas, tuvimos una sesión de Ecología y Desarrollo donde se nos lanzó una pregunta al comienzo: El mundo ¿mejora o empeora?
Este debate sobre si mejoramos o empeoramos siempre ha estado ahí y, actualmente, encontramos a dos representantes de estas dos visiones opuestas entre sí. Por un lado, para el psicólogo Steven Pinker “el optimista” estamos en la mejor época de nuestra historia gracias a los grandes avances en derechos humanos y calidad de vida. Mientras que, para el filósofo Byung-Chul Han “el pesimista: la alienación y la explotación nunca habían sido tan grandes. Estas son ignoradas y están ocultas bajo una falsa libertad protegida por las nuevas tecnologías y el mercado.
A pesar de que, a priori, parece que en ambas hay algo de verdad, en entornos sociales y solidarios es habitual pensar que el mundo empeora, que no avanzamos. Sin embargo, los datos parecen dejar claro que esta idea es falsa, que el mundo no empeora, sino que mejora.
Entonces, ¿por qué existe la percepción de que empeoramos? ¿quizás somos más críticos? ¿quizás es porque tenemos más acceso a la comunicación y las malas noticias son las que más venden? ¿o es por qué nos falta percepción histórica?
En mi opinión el mundo sí que mejora, pero una cosa es cierta: “Ese mismo desarrollo que permite el optimismo en el progreso ha provocado una crisis ecológico-social originada por el choque de sociedades industriales contra los límites del Planeta, lo que pone en entredicho las posibilidades de una vida humana digna en un planeta habitable”.
Ante esta situación, yo me cuestiono: ¿y ahora qué? ¿qué actitud adopto ante esta situación que me supera y que ya está teniendo efectos devastadores para las poblaciones más desfavorecidas? ¿dónde queda la esperanza? Para poder seguir ahondando en esta cuestión, se nos expusieron dos visiones:
Por un lado, encontramos el diagnóstico del colapso, con Jorge Riechmann como autor de referencia. El cual afirma: “El derrumbe de la mega máquina será, y lo sabemos, una espantosa tragedia; cabe trabajar por reducir en lo posible la inconcebible masa de sufrimiento, tanto del humano como el de las demás criaturas”. Según esta visión, las transiciones “buenas” ya no están a nuestro alcance y por ello, tenemos que trabajar en cómo “colapsar mejor”.
De otro lado, encontramos la visión esperanzadora del Laudato Si, donde el Papa Francisco nos invita a proteger nuestra casa común, a unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible integral, a una “valiente revolución cultural”, confiando en las capacidades que tenemos de encontrar soluciones viables.
A pesar de la crisis ecológica, del actual sistema de producción y de consumo, de tantos corazones corrompidos por el poder y el dinero, hay esperanza. Esperanza que hay que ponerla en la capacidad que tenemos de conversión, de empezar de nuevo, de encontrar soluciones viables, poniendo siempre en el centro la dignidad de la persona y el cuidado de la casa común.
María Victoria Molina Aguilera es abogada y actualmente se encuentra en la fase de formación del Programa de voluntariado internacional VOLPA en la Delegación de Sevilla.
Fotografía portada: Elena Cayeiro
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