Uno se desplaza al “Sur”, esa otra parte del mundo que de alguna forma es excluida y negada por el grupo dominante y que si cabe late en la actualidad con más fuerza, alegría y sentido, con el propósito entre otros, de ayudar.
Aunque ayudar es un concepto muy amplio y que se ejerce desde muchas miradas, voy aprendiendo que hay ayudas que sirven más que otras. Probablemente lo que más nos sustenta en la vida es la dignidad. Sin ella estamos muertos en vida, así que podremos renunciar a casi todo antes que doblegarla.
Cuando se interviene en la ayuda al otro esto no suele tenerse en cuenta, así que con facilidad se invade, se aconseja, se inutiliza, se dice lo obvio, se añade culpa… De esta forma el ayudado se sentirá denigrado y para no perder dignidad se resistirá al camino indicado.
Puede decirse que el alma desea la solución sin que se le explique explícitamente o se la invalide o se la infantilice. Cada uno necesita una parte de descubrimiento, de riesgo, de desafío, de coraje…Está claro que casi siempre se sabe lo que ocurre, así que lo obvio poco ayuda. Más bien es el respeto, el silencio, la metáfora, la paradoja, lo que posibilita una invitación a la acción donde la dignidad no se ve afectada.
No genera fuerza la ayuda con dependencia, las relaciones donde ejercemos de padres o de pareja, creándose sustituciones y triangulaciones. En todo caso en la ayuda hacia los niños y niñas, se puede representar a los padres y madres, sin sustituirlos y por un espacio concreto de tiempo.
Así que una ayuda lograda tiene que ver con una igualdad, con un servicio a algo más grande, donde uno debe abandonar la soberbia de decir al otro lo que hay que hacer y entregarse a un lugar lleno de posibilidades, donde las diferentes verdades asoman como otras realidades posibles.
Una perspectiva sin juicio, alejada de imágenes mentales, expectativas o caminos prestablecidos que debilitan la fuerza del otro. No se trata de adoctrinar, ni de ganar adeptos, sino de facilitar la autonomía, la osadía de crear algo nuevo, el respeto a la persona en su forma única de existir.
Cuando ayudamos en una organización hay más fuerza cuando comprendemos que es una suma de voluntades y que pertenece a todas las personas que la vida ha juntado para crear algo juntas, un espacio donde existirán diferentes morales, religiones, edades, ideologías, culturas… donde nos encontramos para compartir y retirarnos con una mirada más humana.
Carlos Moriano fue VOLPA en México apoyando en el albergue “Hermanos en el camino” y fundador junto a otros del proyecto “Adolescentes en el camino”
Fotografías: Carlos Moriano