No fue el primero ni el último en plantear esa cuestión, pero – sin duda – fue él, Lev Tolstoi, quien la hizo célebre: “¿Qué hacer?”. Hoy, en la nueva celebración de un Día de la Tierra, bien podríamos volver a plantearla.
La consciencia cada vez mayor de los problemas del medio ambiente, de su carácter antropogénico y de sus lacerantes consecuencias para los humanos explican la inmensa cantidad de publicaciones al respecto. En todas ellas, se vierten diagnósticos cada vez más certeros, pormenorizados e irrefutables sobre la catástrofe climática, sobre la degradación de los ecosistemas, sobre la pérdida inexorable de la biodiversidad, sobre las migraciones o las guerras por culpa del clima, sobre las hambrunas, la desertización o sobre el “dulce Apocalipsis” que estamos presenciando impasibles ante nuestras pantallas. Datos, estadísticas, ejemplos, nombres, culpables y víctimas… toda una gigantesca procesión de evidencias nos viene a decir que todo, pero todo, está fatal.
Y, sin embargo, qué pocas veces encontramos en esos informes tan sesudos, que alguien trate de responder a la pregunta del gran escritor y pensador ruso: “¿Qué hacer?”. O mejor dicho, cuántas veces las respuestas a esa pregunta son fofas e insuficientes o acaban cayendo en la mera tautología. Es frecuente que después de trescientas páginas de evidencias de lo poco sostenibles que somos o de nuestra sola preocupación en crecer y crecer, acabemos leyendo que lo que hay que hacer es apostar por la sostenibilidad o por el decrecimiento… En otras ocasiones, incluso se puede hacer un libro denunciando el abuso del concepto de sostenibilidad (muy apreciable) para proponer… el decrecimiento. Es de suponer, que pronto saldrá otro libro rebatiendo ese decrecimiento para proponer una nueva idea de sostenibilidad.
La dificultad para acometer la pregunta sobre qué hacer reside en que la respuesta es desalentadora. Más allá de hacer malabares con los conceptos, esa respuesta plantea un horizonte de esfuerzo y renuncia individual notable, con la expectativa de conseguir bastante poco a nivel personal. La respuesta eficaz que requiere el medio ambiente, herido de muerte, plantea que cada individuo lleve a cabo cambios extraordinarios en sus actitudes y sus modos de vida; cambios que afectan a su alimentación, a su higiene, a sus desplazamientos, a su nivel de vida, a las relaciones con su familia, con el resto de la gente… Como señala Dale Jamieson, darse una ducha, comprarse una camiseta, consumir cierto alimento, llevar a nuestras hijas a las actividades extraescolares, irnos de vacaciones… toda esa serie de acciones de orden íntimo suponen una encrucijada medioambiental, que mira de frente a los individuos. Tomar un camino u otro individualmente, estar decidido a una transformación personal y que esa transformación se vuelva colectiva es de lo poco que, tal vez, – ni siquiera es seguro – podría empezar a poner las cosas en orden. Ahora bien, ¿estamos verdaderamente dispuestos a realizar semejantes esfuerzos sin recibir prácticamente nada a cambio? ¿Estamos decididos a asumir una drástica reducción de nuestro consumo de agua, de combustibles fósiles, de energía, a comer prácticamente vegetariano, a no usar plásticos, a no viajar más que lo imprescindible, a reciclarlo todo, etc., etc., sin sentir al mismo tiempo que empieza a llover, que se regeneran los glaciares, que vuelve la biodiversidad y que se acaba, en tiempo real con migraciones y guerras climáticas…? ¿Estamos dispuestos a actuar sin ver prácticamente ningún resultado de nuestras esforzadas acciones? Eso que – sin duda – va en contra de la teoría clásica de la acción social, parece, no obstante, el único camino. Luego, es verdad, podemos pedir que los gobiernos cambien sus políticas, que las empresas cambien sus producciones y no sé cuántas cosas más, pero no parece claro que los individuos vayamos a tener mucha capacidad de decisión sobre eso.
Mientras tanto, seguiremos haciendo y leyendo gruesos informes que nos describirán cómo caminamos inexorablemente hacia el precipicio y esperaremos – sin confesarlo – a que sea un milagro el que nos salve.
¿TE INTERESA EL TEMA? Aquí tienes una mínima bibliografía:
Escriva, Andreu, Contra la Sostenibilidad, 2022.
Jamieson, Dale, Ethics and the Environment: An Introduction, 2008.
Jamieson, Dale, Reason in a Dark Time: Why the Struggle Against Climate Change Failed — and What It Means for Our Future, 2014.
Imagen de portada: Sammy Lynch