La industria de la moda es el reflejo indiscutible de los tiempos que vivimos. Detrás de este sector, que genera millones de puestos de trabajo y beneficios económicos, se esconde, por un lado, la perversa cara oculta de ser la segunda industria más contaminante del mundo y por otro, el ser una de las causas de mayor explotación laboral a nivel mundial.
Se acerca la Mercedes-Benz Fashion Week y el Momad, Moda en Madrid, las grandes citas de la moda en España. Ambas serán el escaparate de las tendencias actuales. Y la moda sostenible se ha hecho un hueco en el sector. Pero, vamos a empezar por el principio…
¿Os habéis preguntado alguna vez de dónde procede nuestra ropa o quién la ha hecho?
“La gente no tiene ni idea de lo que nos cuesta producir esa ropa”, esta frase de una trabajadora de una fábrica textil de Bangladesh, está pidiendo a gritos que el mundo sepa que es lo que pasa, y por qué pasa. Pensemos por un momento, que para que algo sea muy barato, siempre hay alguien que está perdiendo.
Cuando compramos una prenda, normalmente no solemos tener en cuenta los materiales con los que se han hecho, el lugar dónde se ha confeccionado, ni en qué condiciones se han elaborado. El mundo globalizado en el que vivimos nos empuja a comprar compulsivamente. Esa falta de información y el desinterés de una gran parte de la ciudadanía, está provocando que la industria textil se tiña de un oscuro velo. Y esto ocurre prácticamente sin darnos cuenta. Pero, ¿sabemos cómo hemos llegado hasta aquí?
La fabricación de ropa a gran escala comienza en los años 70. Algunas compañías empiezan a desplazar la mano de obra a países más baratos. En los 90’s, la deslocalización de producción de ropa a países empobrecidos se acelera gracias al auge de las políticas neoliberales. Hoy, las grandes marcas, que en el pasado producían su propia ropa, han pasado a ser empresas que diseñan, distribuyen y comercializan prendas fabricadas en todo el mundo en países empobrecidos, y en talleres y fábricas en las que los salarios son muy bajos. ¿Y cómo se reduce más el precio? Muy sencillo, exprimiendo a las personas trabajadoras, sin respetar sus derechos laborales. Todo ello ha dado lugar a un nuevo patrón de consumo basado en el “comprar, usar y tirar”. Es la llamada “fast fashion” o “moda rápida”, un modelo de negocio capaz de responder a la llamada de la demanda de una sociedad influenciada por el sistema de consumo actual, en un tiempo récord, sin tener en cuenta las repercusiones que este sistema pueda provocar en el medio ambiente o en las personas.
Como respuesta a este modelo surge el movimiento “Slow Fashion”, que defiende la moda sostenible, y que busca sofocar los efectos medioambientales y sociales que provoca el modelo instaurado de consumo de moda desmesurado. Moda sostenible es, aquella que en su proceso de producción respeta tanto al medio ambiente como a todas las personas que forman parte de su cadena productiva. De tal forma que en sus bases de modelo de negocio figuran como criterios fundamentales la conservación de recursos naturales, el bajo impacto ecológico de los materiales empleados, la reducción de la huella de carbono y el respeto por las condiciones económicas y laborales del personal laboral que ha participado desde la materia prima, hasta el punto de venta.
Es el momento de hacer autocrítica y tratar de buscar soluciones y un ejemplo es el proyecto “Slow Fashion Educación en torno a la Moda Sostenible”. Ésta es una propuesta financiada por la AEXCID y ejecutada por la Asociación de Desarrollo Rurex, entidad que trabaja por el desarrollo sostenible de las zonas rurales en Extremadura. Esta iniciativa pretende contribuir a generar mejores hábitos de producción y consumo de moda en la ciudadanía extremeña, tomando como base los criterios de la economía verde, de la economía circular y del comercio justo, de justicia e igualdad social.
La revolución de la moda ha llegado, para quedarse.
¿Te unes?
Pinchando en este enlace, encontrarás la Guía para conocer la Moda Sostenible
Rurex es una asociación que trabaja por el desarrollo de las zonas rurales desde múltiples ámbitos: cultural, de emprendimiento, asociacionísmo, etc.