Nunca había visto tantos monumentos dedicados a la paz. Yendo hacia las oficinas del Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) en Bangui, la capital de la República Centroafricana, pasamos por una rotonda coronada por una paloma gigante . También nos encontramos con un pequeño monumento de corte neoclásico anunciando una paz duradera. Los grandes paneles informativos sobre la inversión financiera de Naciones Unidas y de la Unión Europea exponen un compromiso permanente con la reconciliación y la convivencia pacífica.
Hay un imaginario sobre la paz muy visible en palabras e imágenes, pero en un país en guerra y conflicto permanente al menos desde el año 2012, me pregunto si la gente entiende de una manera conceptual y experiencial lo que significa la paz. Me imagino que aquí la paz puede ser el mismo gran misterio que para mí es la violencia. Sé que existe y la he visto, pero solo la he experimentado de manera puntual, nunca ha sido permanente en mi vida ni me puedo imaginar a mí misma existiendo en una realidad de conflicto perpetuo.
He utilizado ya dos veces la palabra “imaginar” y creo que ese puede ser el concepto clave del trabajo que el SJR realiza en República Centroafricana acompañando a más de 8.000 personas. John Paul Lederach, un experto americano en construcción de paz, desarrolla en uno de sus trabajos un concepto muy interesante: la imaginación moral. La imaginación moral es la capacidad de imaginar alguna cosa enraizada en los retos del mundo real que es capaz de hacer que nazca aquello que todavía no existe. Imaginamos algo que no existe, pero el hecho de imaginarlo, de visualizarlo como posible, puede llegar a hacer que nazca. Es decir, en contextos como el de la República Centroafricana, la imaginación moral hace posible la construcción de la paz.
Es mi tercer día en Bangui y todavía no conozco en profundidad el trabajo del SJR. Pero por lo que he podido ver y por lo que he podido conversar con los equipos, creo que se está trabajando por construir ese imaginario nuevo. Hay una cercanía con las familias, el profesorado, con los niños y niñas, que permite invitarles a relacionarse de otra manera, a empezar a sanarse, a entender que existen otras maneras de resolver los problemas que no implican violencia.
Las relaciones entre equipos y protagonistas (yo les llamo protagonistas, para mí, el concepto de persona beneficiaria no recoge lo que estas personas son realmente) creo que es fundamental para conseguirlo. Antes de esta experiencia de trabajo en el departamento de África de Entreculturas he vivido un año muy intenso trabajando en Chad y creo que, al menos, he aprendido a identificar a las personas que trabajan con cercanía y compromiso con las personas protagonistas de su misión. Y aquí, en tres días, ya he conocido muchas.
Esto es duro, muy duro. He visto y sentido cosas que todavía no puedo describir y no puedo dejar de admirar a las personas que conforman el equipo. Solemos decir que trabajamos por el cambio social, pero esa frase siempre me ha resultado algo genérica. Aquí me parece que la voy concretando.
Creo que el SJR está trabajando para cambiar las relaciones entre las personas: cambiar unas relaciones definidas por el temor, la recriminación mutua y la violencia hacia relaciones caracterizadas por el amor y el respeto mutuo. Para alcanzar un cambio social que permita transitar de lo que destruye a lo que construye. No creo que pueda existir nada más complejo. Pero tampoco nada más pertinente.
Alicia López Fariña trabaja en el Departamento de África de Entreculturas
Fotografías:Servicio Jesuita a los Refugiados de República Centroafricana (oficina de Bambari)