Dejábamos este blog en junio con cinco películas que nos mostraban desde perspectivas diversas el tema de la emigración, refugio y acogida. Y me quedaba con las ganas de explayarme más con alguna de ellas o de ampliar mis recomendaciones. Con el verano de por medio, y el otoño inmovilizado que tenemos, he vuelto a revisar algunas de ellas y a ver otras obras que inciden en el tema. Así que me detendré un poco más en, quizás, una de las mejores propuestas, que además tiene un altísimo valor desde el punto de vista cinematográfico:
La película es The visitor. (2008), dirigida por Thomas McCarthy y protagonizada por un excelente Richard Jenkins (Walter Vale), uno de esos excelentes secundarios que encontró en esta película el papel de su vida. Junto a él una mezcla de veteranos como Richard Kind (Jacob), la palestina Hiyam Abbass (Mouna) y la octogenaria Marian Seldes (Bárbara), junto a los jóvenes Danai Jekesai Gurira (Zainab) y Haaz Sleiman (Tarek).
Walter Vale, es un profesor universitario viudo y sin ninguna pasión vital, que vive en Connecticut y viaja a Nueva York para entregar un trabajo, cuando se encuentra en su apartamento de Manhattan a una pareja de inmigrantes ilegales viviendo en allí: Tarek, un músico sirio y Zainab, su novia senegalesa, que han sido engañados por alguien que les ha alquilado el apartamento. Aunque en un primer momento Walter los desaloja de su casa, su conciencia intranquila y su fondo de nobleza humana, hace que termine acogiéndoles. Entre ellos surgirá una entrañable amistad, forjada a ritmo de djembe (tambor africano). Pero el sistema legal de los Estados Unidos, no muy diferente al europeo en su aplicación, será implacable. Tarek es detenido, encerrado en un centro de internamiento en espera de ser deportado a su país.
Película pausada, de intensos momentos, fluye ante nuestros ojos de forma sobria y sencilla, sin excesos ni trampas emocionales tan al uso en este tipo de films. Y lo que vemos es, ante todo, un canto a la amistad, a la acogida, al encuentro con el otro, al derecho a la dignidad humana, y un grito de rabia y desesperación contra un sistema judicial injusto, que no es capaz resolver las cotidianas situaciones de los inmigrantes con empatía y una mínima humanidad.
Obra que permite su análisis desde distintas visiones, invita a que analicemos con detenimiento los comportamientos de los personajes, cada uno desde su situación y experiencia, descubrir lo que hace que cambien sus emociones y pensamientos. Es evidente la transformación del profesor Walter, quien en un primer momento expulsa a los engañados inquilinos de su casa, con la ley y la razón de su parte, pero que luego, rotos los prejuicios y aceptada la dura realidad, los acoge a corazón abierto. También están las trasformaciones de los demás personajes, nadie queda indemne ante los acontecimientos…
Preguntémonos qué es lo que hace romper en el apagado profesor ese triángulo perverso de la seguridad, la sospecha y la amenaza. ¿Qué le devuelve a la vida con intensidad? Es significativo el momento en que singulariza a dos personas en una realidad que hasta entonces le ha sido indiferente. A partir de ahí todo cambiará y la relaciones que se establecen, una vez superadas las incomodidades iniciales, se basarán en la confianza mutua hasta devenir en la amistad.
La música juega un papel muy importante, actúa como puente cultural y emocional entre dos personas de origen, formación y mundos socioeconómicos distantes, pero el ritmo del djebe acercará a los extraños y les abrirá el corazón. Gracias a la música se produce una primera y sincera identificación, con un lenguaje común de la humanidad, que permite el entendimiento desde el corazón y la dignidad, y que ahonda más en las identidades comunes y en la aceptación del otro como igual. Se pierden los miedos y se disuelven las diferencias. Se produce la acogida, la solidaridad la comprensión del otro y la amistad.
A partir de aquí viene el compromiso, la reivindicación, la lucha, la denuncia. Toda la segunda parte de la película es una pelea por esa nueva identidad y valores compartidos, por un universalismo moral que no recogen las leyes ni los sistemas judiciales de los Estados formalmente demócratas y libres. Y para quien esto escribe, de lo más intenso y aleccionador es la relación que se establece con la llegada de la madre de Tarek a Nueva York. Walter la acoge ya de forma natural, sin los prejuicios iniciales con los que se enfrentó a su hijo.
Hasta aquí solo algunas pistas de análisis, el espectador avezado verá mucho más y reflexionará con mayor profundidad que la que permite este blog apresurado.
Déjenme además recomendarles otros dos documentales revisados recientemente que se desarrollan en nuestra querida, liberal, democrática y acogedora Europa.
Fuego en el mar (Gianfranco Rosi, 2016) Lampedusa es una isla italiana en mitad del Mediterráneo de apenas 20 kilómetros cuadrados y 6.000 habitantes. Allí la vida cotidiana de sus habitantes se entremezcla y altera con la llegada de oleadas de inmigrantes africanos, vivos y muertos. Con mirada oblicua, a veces demasiado esteticista, Rosi conforma dos mundos antagónicos pero profundamente entrelazados.
Y la otra es una coproducción de Italia-Palestina-Dinamarca-Francia-Alemania: Lo sto con la sposa (2014), algo así De parte de la novia. Un falso documental basado en hechos reales, codirigidos por Antonio Augugliaro, Gabriele del Grande y Khaled Soliman al Nassiry. Imagínense al genio de Kusturica guionizando un alocado viaje que le ha contado un amigo una noche de copas, en donde lo real es más inverosímil que el desquiciado relato. Tres amigos italianos, que conocen a unos refugiados sirios en la estación de Milán, se conjuran para llevarlos a Estocolmo fingiendo acudir a una boda. Un viaje surrealista, y agridulce por la Europa actual.