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¿POR QUÉ SEGUIR HACIENDO VOLUNTARIADO INTERNACIONAL EN MEDIO DE UNA PANDEMIA, GUERRAS Y CATÁSTROFES NATURALES?

Tiempo de lectura: 5 minutos

Se abre estos días en toda España la convocatoria para participar en el voluntariado internacional de larga duración de Entreculturas: VOLPA.
En una época de tanta incertidumbre económica, social y política nos preguntamos, ¿qué sentido tiene seguir ofreciendo este tipo de experiencias?
¿Por y para qué continuar animando y alentando estos procesos?

Les hemos lanzado esta pregunta a Alba, que terminó en junio la formación y en unos meses comenzará su experiencia en terreno, y a Iria, que actualmente está colaborando con el SJM Chile, en contacto con personas desplazadas. Éstas son sus respuestas (spoiler: sí merece la pena).

El mundo llora, sufre y supura a través de las heridas abiertas. Algunas de ellas invisibles y otras tan tangibles que pueden observarse a lo lejos, materializadas en alambradas y fronteras que no solo separan, sino que también matan. Aquellas a las que no hacemos más que ignorar y mirar hacia otro lado como si nos fuese ajeno y no nos repercutiese. Sin embargo, ya no podemos obviarlo, pues nos interpelan directamente como es el caso de la frontera sur en nuestro país o de Ucrania, en nuestro continente.

Hace tiempo comprendí que hay violencias, injusticias y desigualdades estructurales y arraigadas tan sistémicamente que no van a cambiar. Pero también me di cuenta de que quienes sí que podemos hacerlo somos nosotros/as mismos/as y con ello, lo que nos rodea, porque todo lo que llevamos dentro sale hacia fuera.

En mi caso siento que VOLPA es la oportunidad para ello, la experiencia que necesito que atraviese mi vida para poder seguir, para dar sentido a quién soy y todo lo que he ido (des)aprendiendo, para dar verdad y coherencia a mis principios, valores y discurso. Es a través del encuentro, de conocer y compartir diferentes realidades, de saber que otras formas de vida son posible las que nos hacen ser consciente de los privilegios que tenemos dando valor a lo que realmente es importante; y que sin duda difieren bastante del individualismo, egoísmo, materialismo y superficialidad que imperan hoy en día.

Alba

Si echamos la vista tres años atrás, el mundo en el que vivíamos no tenía nada que ver con el mundo en el que nos encontramos hoy. Tras una pandemia mundial, las necesidades y prioridades para las personas se han visto afectadas de tal manera que nos hemos vuelto aún más individualistas. Esto se debe a la gran preocupación por el autocuidado de uno mismo y de las personas que te rodean. Hemos cambiado la forma de relacionarnos, con mucho más miedo, menos contacto y reduciendo el círculo de amistades. Hemos modificado nuestra concepción del tiempo, ya que la vida nos ha hecho frenar de golpe y todas nuestras proyecciones, planes y eventos se vieron forzados a cancelarse y posponerse. Pero esta nueva relación con el tiempo, también nos ha enseñado que todo se puede acabar muy rápido y que debemos actuar ahora.

Entonces, con todos estos cambios mi pregunta es, ¿por qué seguir haciendo voluntariado internacional hoy? Cuando el mundo en el que vivimos presenta tantas dificultades, no cabe duda de la mucha necesidad que está existiendo, en otros rincones del planeta o de nuestros barrios.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) se estima que el total de personas pobres ascendió a 209 millones a finales de 2020, 22 millones de personas más que el año anterior. Cifras que no se han observado en los últimos 20 años y que indican un enorme incremento de la desigualdad. Esta desigualdad nos afecta, ya que vivimos en un mundo globalizado donde todo está conectado. Esto se puede ver reflejado, por ejemplo, en el continuo movimiento de migraciones forzosas en estos últimos años.

 Iria con sus compañeras del SJM

Concretamente en Chile, país en el que me encuentro actualmente realizando mi voluntariado internacional, sigue recibiendo diariamente personas, en su mayoría de nacionalidad venezolana, por las grandes dificultades que presenta su país. Según un informe de la UCAB (Universidad Católica Andrés Bello) basado en la Encovi (Encuesta Nacional de Vida), se muestra que la pobreza extrema en Venezuela aumentó en el año 2021 hasta el 76,6%, mientras que en el 2020 se situaba en 67,7%. Se considera pobreza extrema cuando alguien vive con menos de US $1,90 al día.
Estas cifras, lo que está pasando en el mundo, nos debe hacer despertar y darnos cuenta de que todos estos problemas son comunes. Debemos ser conscientes del mundo en el que vivimos y aquellas personas que tienen la suerte de vivir en un lugar alejado de guerras y con menor tasa de desigualdad, tienen que ser capaces de acercarse a otras realidades y tender la mano a quien lo necesite. Entender que hay personas que carecen de derechos y que no tienen las necesidades básicas cubiertas solo por haber nacido en otra parte del mundo no tan alejada de la nuestra.

Cuando abres los ojos y eres empático con otras personas y realidades, cuando entiendes todo lo que está pasando porque lo ves, lo oyes, lo tocas y lo sientes, no puedes quedar indiferente. Nadie puede. Necesitamos personas más empáticas y comprometidas que sean capaces de seguir luchando por un mundo más justo. Entender el mundo te hace crecer, te hace vivir con mayor plenitud y te hace ser consciente de cada detalle en el día a día. Por todo esto elijo hacer un voluntariado internacional, para ser ciudadana del mundo. La solidaridad no entiende de pandemias, guerras o catástrofes naturales; la solidaridad es el poder que cada una llevamos dentro. Es el arma secreta que pone solución a todo.

Iria

 

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