Querido Futuro,
Hoy me gustaría pedirte perdón porque durante mucho tiempo callé. Viví en la época de las fronteras. Y callé. Me bañé en las aguas que mas personas se ahogaban del mundo. Y callé.
Sin a penas darme cuenta, todos comenzaron a construir muros -unos muros muy criticados cuando los citaban otros países-. Yo, solo tuve la suerte de nacer del otro lado de la valla, pero no de una cualquiera, sino de la valla que separa la mayor diferencia económica del mundo.
Nací en un país de gente maravillosa. Un lugar que siempre fue tierra de acogida. Un paraje por el que -así por encima- solamente pasaron…los íberos, celtas, fenicios, griegos, cartagineses, tartessos, romanos, visigodos, musulmanes, etc. Regalándonos una sangre y una cultura multicolor.
Nuestra sociedad vive en un mundo líquido, y muchas veces, superficial. Las redes, el consumo, el no comprometerse, el dejar de luchar. Soltamos todo, porque hay muchos peces en el mar -aunque pasemos de un atún salvaje del Estrecho a un panga del río Mekong-. Cambiamos el perfil de los héroes. Héroes que no hace mucho salvaban vidas, y que ahora, meten goles y defraudan a Hacienda, y heroínas, que escriben canciones de una o dos palabras y ponen de “moda” su ropa -ropa que en un par de años no querremos ver en nuestras fotos-. Regalamos sueños para unos, y construimos muros para los sueños de otros, sin saber que la historia ya ha demostrado que no hay muros que puedan contener los sueños.
Pero estimado Futuro, si hoy me lees es porque todavía queda esperanza. Me lees porque los jóvenes decidieron luchar por el planeta y los animales, por la igualdad de genero y los derechos fundamentales de los seres vivos. Por la justicia y por la paz.
Dice el proverbio africano: “debemos aprender del comportamiento de los pájaros. Los pájaros son tan listos que cogen lo mejor del norte y lo mejor del sur”. El ser humano es desde sus inicios migrante. Se extendió por el mundo, sin fronteras, sin barreras. Y es que la migración no es un problema, la migración es una riqueza.
Futuro, hoy quiero ser optimista, porque estás en cada niño, en cada adolescente, en cada joven. En sus sueños, y en su sonrisa -todos sonreímos en el mismo idioma-. Estás en su juventud y en su belleza. Querido futuro, llena este mundo de luz y color, de color carne. Y sobre todo, muestra la luz de las niñas.
No querría despedirme sin pedirte que aprendan mucho, y que luchen por la Educación, que es el mayor de los futuros.
Por mi parte, sería muy osado pretender enseñar muchas cosas, pero no me resigno a una de ellas, que al menos un solo día, les apetezca ser mejores personas. Sólo por eso, ya habrá merecido la pena.
Siempre habrá un lugar para soñar un mundo nuevo…
Santi Vázquez Aguilar es coordinador general de pastoral de la Escuela Virgen de Guadalupe, Badajoz, y voluntario delegación de Extremadura Entreculturas.
Fotografías: Daniel Galán
1 Comentarios
Sí sí y sí. Cierto todo
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