Después de un año y medio viviendo en Venezuela, el país y toda la gente acogedora que conocí se han quedado muy dentro de mí. Mientras más información conozco y leo en España, más incomprendida y desesperada estoy porque esa crisis acabe. Imagino lo que deben sentir la mayoría de venezolanos que emigraron del país y tratan de ayudar desde el extranjero o peor, los que aún viven allí.En España no paramos de recibir información sobre lo que está pasando, escuchamos opiniones políticas y académicas de personas de una u otra ideología, muy informadas sobre Venezuela, pero que nunca han estado allí.
Siento que, desde Europa, volvemos a subestimar la opinión de Latinoamérica, no les dejamos decidir su propio futuro, no soportamos escuchar la opinión de los venezolanos o el análisis de la crisis que se hace desde su propio país. Debe ser que nos parece que ellos mismos no tienen capacidad de evaluar lo que están viviendo…
Venezuela lleva muchos años sufriendo; bebés que mueren al nacer, altas tasas de desnutrición infantil, personas que mueren por enfermedades que hace unos años no suponía una preocupación… Hace tres años, cuando aún vivía allí, había una falta grave de medicamentos y el acceso a la alimentación era limitado (mi capricho del mes era salir a cenar una pizza), no quiero imaginarme cómo hacen hoy en día para salir adelante.
Mi reflexión cuando me preguntaban por la crisis española, en 2016, solía ser que; en España, podíamos estar en crisis y era difícil encontrar trabajo, pero teníamos unos servicios mínimos, ayudas económicas, esperanzas de mejora y, sobre todo, seguridad; en Venezuela, puedes tener trabajo y dinero y, sin embargo, no acceder a los alimentos, morir por robarte un teléfono móvil o no tener acceso a antibióticos… una situación frustrante cuando intentas hacer tu vida normal día a día.
Uno de mis amigos y profesor de Fe y Alegría que aún vive en Venezuela, Ramón Paruta, me dice “hemos sufrido una inmensidad. Contarlo sería una amargura… Cuando pienso en todo lo que hemos pasado es inevitable que se me haga un nudo en la garganta y se me agüen los ojos. Muchas personas han sufrido el declive que poco a poco hemos vivido hasta llevarnos a una pobreza extrema, un sin fin de discursos de odio y que nos pusieron unos contra otros, hermanos contra hermanos, y lo peor llevándonos a la dependencia total de un Gobierno que solo quiere quedarse con el poder a cualquier costa (…) un sueldo no alcanza ni para comer una semana esto si fuera para una sola persona, el sueldo mínimo actual es de 18000 y un kilo de carne vale 7500, un kilo de arroz 5000 y el queso 20000… Es decir, si compran eso es lo que tendrán para todo el mes. (…) El 80% de mis amigos se han ido del país y ya casi no queda familia donde no haya emigrado una persona (…) Esta mañana asesinaron a dos indígenas Pemones quiénes impedían el paso de la Guardia para que no cerrarán la frontera y pudiera entrar la ayuda humanitaria. Lo que han hecho es una masacre de 21 años y que pretenden expandir con la usurpación del poder. Tienen y han tenido todo el poder para hacer lo que han querido. Yo solo espero que esto acabe pronto de una vez y mi país vuelva a ser ese que me cuentan mis padres y muchas personas de más edad. Quiero poder vivir aquí en mi país, libre y lleno de oportunidades para todos”
Recientemente se han quemado dos camiones de ayuda humanitaria en la frontera con Brasil, ¿nos podemos imaginar lo que debe de ser tener la despensa vacía y saber que se están quemando kilos de alimentos en la frontera sur de tu país? ¿Trabajar día a día como profesional, cobrar un sueldo y no poder comprar comida porque no hay en las tiendas o los precios son demasiado altos? ¿Qué tu bebé tenga que beber el agua dónde se hierve el arroz porque no tienes leche que darle? ¿Qué se muera algún familiar porque no se le puede realizar una operación de apendicitis? Entrar a un hospital y ver enfermos en el suelo porque no hay camas o tener que comprar fuera del hospital gasas, suero o cualquier material médico básico porque el hospital no los tiene…todas estas y muchas más situaciones de extrema pobreza me las he encontrado personalmente en 18 meses allí e incluso algunas las he experimentado, ¿qué no habrán vivido los propios venezolanos que llevan años sufriendo esta crisis?
Estoy cansada de escuchar millones de matices, la realidad es complicada y las causas de la crisis venezolana son muy diversas, pero tenemos que empezar a escuchar a los venezolanos, las historias que nos cuentan, la desesperación que se percibe en sus palabras…para entender que la crisis humanitaria es real y está matando a gente en uno de los países con más recursos del mundo y nosotros no estamos haciendo nada para ayudarles.
Sheila Alcolea fue VOLPA en Venezuela 2015-2016.
Fotografía: Txuo Rodríguez Villarroel