¡Estamos de cumpleaños! Volpa nació en 1991 y este año cumplimos los 30… definitivamente nos vamos haciendo mayores y es inevitable volver la vista atrás, porque nuestro programa de voluntariado internacional ha cambiado mucho en este tiempo, aunque la esencia siga siendo la misma.
En estos 30 años el mundo, las relaciones internacionales, la realidad del Norte y el Sur y el modo de relacionarnos han cambiado mucho. Durante la vida de Volpa se ha modificado nuestra concepción de la política, ha irrumpido la globalización, se han acentuado el liberalismo y la desigualdad, las migraciones nos hacen ver las cosas diferentes y nuestra sociedad española ha cambiado profundamente.
En Volpa nos hemos adaptado al cambio. Hemos pasado de una estructura provincial fragmentada a un programa internacional con una visión más amplia, integrando la estructura del programa tal y como estaba planteada en las antiguas provincias jesuíticas en Alboan y Entreculturas y fortaleciendo la relación con la Red Xavier, Fe y Alegría y el Servicio Jesuita a Migrantes.
Hemos hecho un gran esfuerzo de sistematización del programa, de depuración y mejora continua. Nos hemos examinado, evaluado y avanzado sin miedo, renunciando a rutinas, al “siempre se ha hecho así”, abiertos al cambio y la innovación.
Al mismo tiempo hemos mantenido la esencia del programa: hacer crecer agentes de cambio a través del encuentro. Sí, el encuentro de las personas voluntarias con otras personas del Sur en situación de pobreza y exclusión cambia la vida de ambas. Esa es la magia del voluntariado internacional de larga duración. Unas y otras nos encontramos durante uno o dos años en el marco de organizaciones que luchan por cambiar la realidad. Se juntan la motivación con el espíritu de lucha, la gratuidad con la pobreza, la exclusión con el afán por cambiar las cosas y la cultura del Sur con la del Norte. Este encuentro entrecultural es la clave del cambio: ayuda a sufrir juntos, a mirar desde otra perspectiva y ver realidades a las que antes no se daba importancia, a descubrir la esperanza entre la injusticia y el dolor. Es un encuentro persona a persona que cala por dentro poco a poco, como la lluvia fina, cambia la mirada y transforma las vidas.
Lo hemos experimentado más de mil personas a las que el programa nos ha servido como palanca de cambio y nos ha marcado la vida. Lo seguimos viviendo en las personas que acompañamos en formación; en las que están, en este contexto sanitario tan difícil, viviendo confinadas su experiencia de encuentro y en las que han vuelto, hace unos meses o varios años… A todas las vemos crecer, implicadas cada cual a su manera en su entorno y su realidad cercana, con inquietud por transformar y cambiar las cosas.
Pero Volpa no somos sólo las personas, somos las personas en el marco de organizaciones transformadoras. Es uno de los tesoros del programa: organizaciones que combinan acción comunitaria, reflexión e incidencia sociopolítica con un estilo profundamente humano. Son éstas organizaciones las que aportan la mayor riqueza y aprendizaje de Volpa: entender que la clave del cambio está en pasar del yo al nosotros, y que las personas solas no podemos cambiar nada.
En los cumpleaños hacemos regalos. Estos últimos meses Volpa ha tenido varios, como el nuevo equipo que da continuidad al trabajo anterior en Cataluña; la oportunidad de que personas de Volpa puedan hacer su voluntariado en Durango o en Valladolid entendiendo el Sur más allá de lo geográfico; la mayor coordinación de Alboan y Entreculturas y la implicación de más personas en los equipos de formación.
A mí también me gustaría hacerle un regalo; me gustaría regalarle crecimiento, mayor capacidad de convocatoria y gestión para llegar a más personas que se beneficien de esta escuela de cambio.
Feliz cumpleaños, Volpa y ¡¡que cumplas muchos más!!
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