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La búsqueda de la justicia desde la diversidad

Tiempo de lectura: 5 minutos

© Fotos de Jesús Reyes

¿Qué fuentes nos mueven a la acción, a trabajar por la justicia y a luchar contra la desigualdad? Pueden ser motivos éticos, morales, religiosos, humanitarios o de derechos o, tal vez, una mezcla de todos ellos. Cada persona tiene su propia historia y sus metas en la vida que, en muchos casos, confluyen viniendo de ambientes bien diferentes. De esa realidad sabemos mucho en las organizaciones no gubernamentales y, en especial, desde Alboan y Entreculturas. Recogemos varias reflexiones desde un espacio de intercambio abierto y respetuoso entre distintas visiones. Diversidad desde la fe y desde la humanidad, en el compromiso por la justicia, que para muchas personas es una parte fundamental de sus vidas. Y desde ahí, como cada uno transforma y también se transforma.

Nació en una familia polígama, su padre tiene 4 esposas y su madre es la primera y ella, junto a sus hijos, fue discriminada por esa razón. Lo cuenta Youssoupa Demba, senegalés, filólogo y doctorado en geopolítica. “Por todo ello, me tocó luchar contra las injusticias desde muy joven y defender a los más vulnerables, y lo hice desde mi fe como musulmán según la cual Dios no impone a nadie una carga que no puede soportar”.  Cuando llegó a España, en 2018, en Canarias comenzó a ayudar a otros jóvenes africanos desde su voluntariado en Cruz Roja. Ahora es voluntario de Entreculturas en Valladolid.

El germen del compromiso de la gallega Pilar López Dafonte se remonta a la época de las luchas del 0,7% en España. “Era una adolescente la primera vez que me manifesté en las protestas por el 0,7%. Fui sin decir nada a mi familia y ese momento, allí con tanta gente unida luchando por una causa justa, alimentó mi activismo futuro. También en mi época universitaria, en un programa de cultura de paz con estudiantes serbios, bosnios y croatas, tras el conflicto de la guerra en los Balcanes, entendí el significado de escuchar, de la empatía. Tras visitar Sarajevo, aprendí que la paz debe ir de la mano de la justicia. Y después, mi experiencia con el pueblo saharaui, en Tinduf, en un campo de refugiados, entendí el concepto de sororidad, de los liderazgos compartidos y de la dignidad de un pueblo”, nos explica. Ahora, en su trabajo en el sudeste asiático vive su compromiso desde un respetuoso diálogo interreligioso:  “En Camboya y Nepal, el 95% es budista y católicos hay muy pocos. De hecho, en Fe y Alegría el 100% son budistas, pero vivimos esa diversidad religiosa celebrando juntos y con un lenguaje de la hospitalidad muy afianzado. Hay una gran profundidad espiritual y no nos unen las mismas creencias pero sí el mismo dolor, y eso lo traducimos en valores comunes de justicia y solidaridad”.

El padre Manu Arrúe, jesuita, encontró la fuente de su fe y de su compromiso hace 50 años, cuando la Compañía de Jesús comenzó a hablar de Fe y Justicia, y aquello dio sentido a su vida, muy joven y recién terminado el noviciado. “Ser compañeros de Jesús significa luchar por la fe y la justicia, y muchos fueron los jesuitas asesinados en aquella época por esta misión. Ese binomio fe-justicia lo teníamos que aterrizar en nuestras realidades, en los coles, universidades, en el mundo obrero, la época de ETA, donde tan difícil era el diálogo, el mundo de la droga, de la emigración. Por ahí nació la dimensión social de la Compañía, germen del actual sector social”.  Hoy realiza su misión en Loiolaetxea.

Laura Chimini, italiana, y técnica de proyectos en Entreculturas para Centroamérica y Haití. Es una persona no creyente en religiones que descubrió su vocación por los demás durante la crisis migratoria de Siria, en 2015, con la llegada masiva de personas refugiadas a las costas de Grecia y su ruta por los Balcanes. “Yo empezaba la carrera y una asociación de estudiantes decidimos irnos al norte de Grecia, a donde llegaban las personas migrantes totalmente desamparadas. Dábamos clases de italiano, repartíamos ropa, café caliente… y ahí descubrí que ayudando era feliz”. Ahora, su compromiso está en el acompañamiento a Fe y Alegría de Centroamérica y Caribe, “admirando la fuerza de las personas más vulnerables y  viendo como no se conforman con la situación que padecen, luchando día a día sin descanso y pese a la complicada situación de sus países”.

Un futuro con esperanza

Desde sus diferentes compromisos, todos ven el futuro con esperanza: “Seguiré luchando contra las injusticias mientras tenga fuerzas.  Una persona buena puede hacer cambiar la mirada de muchas personas. Creo en sembrar, en que la semilla dará sus frutos. Soy musulmán pero comparto valores que son universales”, explica Demba. Para Laura su esperanza reside en el poder transformador de las personas:  “Creo mucho en ello. La valentía de seguir luchando pese a todo o, como dijo un alcalde de mi país, “hay que ser un mundo desobediente con lo injusto”. Para el padre Manu Arrúe, “mi esperanza es creer en el Dios de la vida, en mis compañeros jesuitas, en organizaciones como Entreculturas o Alboan. Tiene mucho sentido lo que hacemos, aunque perdamos la partida, como sucede con la resistencia de una iglesia católica en Gaza”. A Pilar la mueven tres pilares para mantener su esperanza: “la curiosidad, seguir haciéndome preguntas incómodas; la pasión, el fuego que me mantiene luchando cuando las puertas se cierran; y el aprendizaje, la humildad de reconocer que no tengo todas las respuestas y que me equivoco. Y creo que es necesario, en un mundo más tecnológico cada día, arraigar la humanización de la educación”.

Reflexiones extraídas de la mesa redonda “Sembrar la justicia, alimentar la esperanza”
Un espacio de reflexión celebrado en el Encuentro Anual de Entreculturas 2025, con la participación de Pilar López Dafonte, Responsable Regional para Asia de Entreculturas y Fe y Alegría; Youssoupha Demba, Voluntario de la Delegación de Entreculturas en Valladolid; Laura Chimini, técnica de proyectos para Haití, Nicaragua y Honduras en Entreculturas y Manu Arrúe SJ, responsable de la comunidad Loiolaetxea en Donostia. Fue una mesa plural y un espacio respetuoso entre personas con distintas convicciones y procedencias, que representan la diversidad de Alboan y Entreculturas, lo que sin duda enriquece a ambas organizaciones.

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