
la única solución que tenemos para la transición socio-ecológica
Entrevista a Aitziber Sarobe
Hoy entrevistamos a Aitziber Sarobe, doctora en biología y natural de Zarautz (País Vasco). A muchas os sonará por ser una de las defensoras medioambientales que ponen rostro a la campaña Somos Amazonía.
Aitziber trabaja en la Universidad de Mondragón en las áreas de didáctica de las ciencias y educación ambiental. Desde joven forma parte del grupo natural Arkamurka, desde el que ha canalizado su preocupación y compromiso por la conservación de la naturaleza y otros agentes populares y movimientos ecologistas.
¿Podrías nombrar tres razones principales por las que debemos cuidar de nuestra Casa Común?
Por un lado, está la razón biológica: formamos parte de una compleja y rica red de vidas que desconocemos. Nuestra supervivencia depende de la tierra que nos alberga, nuestra vida y nuestra calidad de vida estarán condicionadas por la salud de nuestro lugar de residencia.
La segunda razón es ética. Es una deuda que tenemos con nuestros antepasados, cuidar de la Tierra que hemos recibido para nuestros descendientes.
La tercera razón es espiritual. Mi relación con la naturaleza es lo que da sentido a mi vida.
¿Cuál es la importancia de la educación en esta cuestión?
Recibimos educación formal y no formal desde que nacemos. Si hablamos de lo formal, de la escuela, uno de los principales objetivos que se le han marcado es mostrar la historia de nuestro territorio, Euskadi, y el carácter de su entorno natural. Para la ciudadanía vasca, como yo, ser personas críticas y comprometidas es la única oportunidad para el bienestar de todas. Tenemos que conocer nuestro pasado y trabajar con respeto el futuro. Educar para ello es la función de la escuela.
En este amplio objetivo, entre otras cosas, cobra hoy más importancia que nunca dar sentido al porqué de nuestro deber ético y moral por la preservación de la biodiversidad que formamos los seres vivos que hemos evolucionado juntos, porque la salida de la crisis ecológica global que vivimos depende de esa riqueza natural y, por tanto, cultural.
¿Cuáles son las claves para generar el menor impacto en el planeta, desde nuestros hábitos y modos de vida, en nuestro contexto?
En las sociedades occidentales, los ciudadanos que no vivimos la exclusión social, llevamos décadas viviendo por encima de los límites biofísicos de este planeta. Nuestra huella ecológica supera los 3 planetas y la deuda ecológica supera nuestro producto interior bruto. Es decir, vivimos en detrimento de la condición de vida de otras sociedades.
Partiendo de esta realidad, es evidente que debemos cambiar radicalmente nuestro sistema socio-económico. La desaceleración es la única solución que tenemos para la transición socio-ecológica, lo que significa reducir el consumo de energía y materiales. Igual que se habla de descarbonización de la economía para disminuir el ritmo del cambio climático, deberíamos empezar a hablar de economía desmaterializada para cambiar nuestros hábitos de consumo. Tenemos todo por hacer, en el camino de construir una economía circular. Estamos hablando de un cambio cultural, de cambiar radicalmente la forma de vida y de poner en cuestión todo aquello que hoy ponemos en valor.
Debemos empezar a imaginar un estilo de vida más respetuoso con la naturaleza y con las demás sociedades, sustituyendo el consumismo por cuidados mutuos y vivencias construidas conjuntamente.
¿Podrías enviar un mensaje para las sociedades/comunidades que habitan territorios ricos en recursos naturales, sobreexplotados y amenazados?
Os tengo en el recuerdo y en el corazón. Cuido mi tierra porque también es vuestra.

La imagen de portada es de Cristina Caravello