Algo está cambiando en el consumo responsable de la ropa,
un movimiento que está siendo liderado por los más jóvenes
Las ventas de ropa en los últimos 20 años se han duplicado, mientras que por el contrario, la media de veces que nos ponemos una prenda se reducido considerablemente (un 36%).
Cada año, se producen más de 100.000 millones de piezas de vestir: con esa cantidad, cada habitante del planeta podría estrenar 13 prendas al año.
Esta realidad convierte a la industria textil en la segunda más contaminante del planeta, tan solo por detrás de la petrolera. Lejos de mejorar, según el estudio Una nueva economía textil: rediseñar el futuro de la moda, elaborado por la Fundación Ellen MacArthur y Circular Fibres Initiative, augura que del 2015 al 2050 el textil pasará de consumir 98 millones de toneladas de petróleo a 300 millones y emitirá el 26% del CO2 mundial, frente al 2% de 2015. En ese mismo lapso de tiempo, lanzará 22 millones de toneladas de microfibras al océano, debido a los materiales sintéticos con los que se elaboran la mayoría de las prendas.
Datos que nos animan a pensar que, tal vez, comprar menos ropa nueva o apostar por la reutilización comprando de segunda mano no sea una mala opción para cuidar nuestro planeta y sumar iniciativas en favor de la justicia socioambiental. Y de ello parecen haberse dado cuenta los más jóvenes. Además de ser más barata para sus débiles economías, en ellos hay que sumar la tendencia creciente a comprar prendas usadas como parte de un movimiento que apuesta claramente por poner el cuidado de la Tierra en el centro. La sostenibilidad, tratar de reducir la huella de carbono y los daños al medio ambiente, de los que cada día somos más conscientes, parece ser otra de las causas que hacen que este mercado parezca cada vez más atractivo a todo tipo de consumidor.
Los hábitos de consumo en la industria de la moda están cambiando sustancialmente en los últimos años y la ropa de segunda mano se ha convertido en un fenómeno de masas. Y el dato es determinante: en España seis de cada diez consumidores utilizan textiles de segunda mano y, de ellos, uno de cada tres compra en tiendas y aplicaciones especializadas. Se trata de un nuevo perfil de consumidores que está por debajo de los 30 años (entre ellos la población comprendida entre 16 y 24 años es la que más aboga por vender las prendas y la que más utiliza las aplicaciones de compraventa como Vinted o Wallapop). Un grupo amplio de la población que menos vida útil da a la ropa, pero a la vez el que más contribuye a la circularidad de las prendas, según se desprende del estudio. Una situación que los expertos explican por diferentes factores.
Como vemos, la ropa de segunda mano se está posicionando como la primera opción de compra para un número creciente de consumidores, dejando atrás los prejuicios como el de “ropa para personas sin recursos”. Este cambio de mentalidad en la sociedad española se va acercando al del consumidor de países nórdicos, como Inglaterra o Alemania.
A este fenómeno están muy atentas las grandes empresas del sector, que hace poco más de un año se han unido alrededor una nueva organización: la Asociación para la Gestión del Residuo Textil, formada por Decathlon, El Corte Inglés, H&M, IKEA, Inditex, KIABI, Mango y Tendam. El objetivo que se marcan, con esta asociación, es el de gestionar los residuos textiles y de calzado que se generan en el mercado español. De esta manera, pretenden alinear su negocio con las exigencias legislativas en materia de sostenibilidad y reciclaje que ha marcado la Unión Europea y que deben aplicar ya desde este 2025. El gran objetivo es cuidar el medioambiente con una correcta gestión de residuos, cuyo coste no recaiga en la administración ni en los ciudadanos que no consumen dichos productos. En nuestro país, hasta ahora solo era obligatorio para aparatos eléctricos y electrónicos, vehículos, neumáticos, pilas, acumuladores, envases y aceites minerales.
Las grandes cadenas textiles también se empiezan a sumar al negocio de la moda de segunda mano. Una exigencia de sostenibilidad y circularidad que se traduce en nuevas actividades comerciales. Y, por ejemplo, Inditex lanzó en España hace un año su plataforma online Zara Pre-Owned, que permite la venta de ropa entre particulares, pero también arreglos y reparaciones. Una iniciativa que ya lanzó en 2022 en el Reino Unido y que está funcionando.
Además de ser insostenible, la moda rápida a menudo también está mal hecha. Para mantener bajos los costos, los fabricantes usan telas y puntadas de calidad inferior. Por otro lado, cuando pagas poco por una prenda, es fácil desecharla una vez que termina la temporada y está pasada de moda. Como resultado, los vertederos de todo el mundo están inundados con ropas apenas usadas, lo que lleva a problemas ambientales con el suelo, la vida silvestre y la gran masa de tierra que ocupa la basura. Es por eso que la Comisión Europea actualmente está implementando un plan de acción que nos implica a todos, aunque prioritariamente a las empresas textiles.
Recuperar y reutilizar no significa adquirir prendas nuevas, significa comprometerse con el planeta y con las personas. Porque la moda es cíclica, y cada cierto tiempo se repiten el estilo y la estética en nuestra forma de vestir. El consumo responsable y sostenible ha venido para quedarse.
